CONFESIÓN

Un frío día de invierno tu destino se unió al mío. Me sumergí entonces en un vaivén de emociones que me hacían sentir en ocasiones la mujer más afortunada del mundo y en otras...
Los años van pasando, te das cuenta? Aquí seguimos, tú y yo, pero es curioso, no nos hemos movido de la línea de partida. Dime. Acaso soy yo la que no estoy a la altura? Dudas sobre avanzar, sobre estar o no estar? Qué es lo que realmente te asusta? Porque entre tantas preguntas, yo, me hundo...

 

                              LLEGAR A TI

Cuánto tiempo es necesario para al fín llegar a ti.
Para poder ser los dos Uno y sentirte palpitar en mi.
Veo mis ojos reflejados en tu mirada
llevo tu aroma plasmado en mi piel,
tu dulzura cautivó mis sentidos, y la sensibilidad de tu ser me conquistó.
Hazme tuya, déjame ocupar esta parcela de tu vida.
Lleguemos juntos al final de esta etapa, para así poder al fin llegar a ti.

                                    PACIENCIA

Es cierto que la vida en ocasiones nos hace pasar por ciclos verdaderamente duros, en que la impotencia se apodera de nosotros al no saber cómo vencer esa especie de mala racha que nos acompaña. Pero es aquí, en mis simples e inocentes letras, donde quiero plasmar que por mal que uno lo pase ( y sé de lo que hablo) siempre acaba llegando la calma al final de la tormenta. Porque no existe mala racha, crisis personal, emocional, etc, que dure para siempre. Tarde o temprano los problemas se solventan. Cuál es entonces la solución?
Paciencia.

                                        LA VELA



Anochecía cuando seducida por la negrura de aquellas nubes que claramente clamaban tormenta, decidió prender una vela y refugiarse bajo el cálido abrazo de su llama. Apartando la cerilla ya quemada, pensó en lo mucho que le echaba de menos. Ignoraba si ahora él estaría, tal vez, conduciendo de vuelta a casa bajo aquel manto amenazador. O quizás habría decidido salir a comprar algo, qué más da! Ella estaba allí, sola, añorándole... El resplandor de aquella vela le recordaba la suavidad de su piel, su olor inconfundible, su ternura... Y las veces que la sorprendía sujetándola fuertemente por la espalda y besándola en momentos en que no se lo esperaba... Le encantaba que la pillara por sorpresa... Y meciendo estos pensamientos empezó a acariciar la vela a la vez que con voz muy suave le decía: te quiero, estoy aquí y aquí seguiré, como tu estás y estarás.
Estaba tan absorta concentrada en la vela, que no advirtió la enorme tormenta que caía. De repente se fue la luz. El brillo de la pequeña llama era lo único que alumbraba ahora el salón. Fue a correr las cortinas. De vuelta decidió estirarse hasta que volviera la luz. Ya en el sofá y sin poder apartar la vista de la llama, una misteriosa mano sobre su hombro, la hizo saltar y gritar asustada.
- Cariño, soy yo...